A medida que la población de París crecía durante el siglo XVIII, sus cementerios comenzaron a llenarse y las autoridades recurrieron a la imaginativa pero algo insensible medida de almacenar los cadáveres en un osario bajo tierra, donde antes había habido unas canteras. Se cree que permanecen allí los restos de seis millones de personas. No asombra que una falta de respeto tan grave hacia los muertos haya generado la creencia de que las catacumbas están embrujadas. Los visitantes dicen sentirse tocados por manos invisibles y tener la sensación de ser seguidos. En casos extremos y muy raros, algunas personas tuvieron crisis de histeria o aseguran haber sido estranguladas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario